Con bolsa CLAP gobierno de Maduro intenta frenar protesta de maestros
Maestros protestaron este 9 de enero en las afueras del Ministerio de Educación. Exigen reivindicaciones laborales y salariales. Mientras un grupo grande de educadores, entre jubilados y pensionados, pide ir a paro nacional sin mediaciones desde la dirigencia se emplaza al sector a mantenerse en las aulas y establecer asambleas permanentes juntos a los padres de los estudiantes para evaluar nuevas acciones de calle
«Las bolsas de comida que el gobierno nos da hoy son un bozal para que los jubilados nos callemos», dice Ester Duarte, maestra jubilada de la administración pública. Para la mujer de 76 años el 9 de enero comienza en una cola con 499 personas por delante, ella es la número 500, en el sótano uno de la torre este de Parque Central, en Caracas.
Desde el gobierno del Distrito Capital fue convocada, junto a varios centenares de educadores jubilados, a asistir al lugar para la entrega del beneficio, el mismo día en que desde la dirigencia sindical se convocó a una protesta frente de la sede del Ministerio de Educación para exigir mejoras salariales, seguros social y otras reivindicaciones laborales.
Duarte llega al lugar a las 9:00 de la mañana. La última vez que recibió una bolsa por parte del ente fue en septiembre del 2022. Cinco pastas de medio kilo, un kilo de azúcar, dos de arroz, uno de Nutrichicha, al menos tres de harina de maíz precocido, medio kilo de frijoles y dos latas de sardina es lo que trae el combo por el que se trasladó desde Vargas a tempranas horas.
«A los maestros de ahora les falta guáramo. Antes nosotros actuábamos y después era que hablábamos, esta convocatoria de hoy es para que la gente no vaya a protestar. La gente que busque su bolsa y proteste con ella», comenta mientras espera su turno.
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Maestros con salario mísero
Mientras Duarte aguarda, más hacia el centro de la Capital un tumulto de maestros, entre activos y jubilados de distintos estados, trabajadores del sector salud y de instituciones de la administración pública se concentran frente a la sede del Ministerio de Educación que dirige Yelitze Santaella para exigir su renuncia y advertirle al gobernante Nicolás Maduro que las protestas se mantendrán hasta que dignifique los salarios.
El salario mínimo integral es de 177.507 bolívares (136,544 bolívares de sueldo y 40,963 bolívares de bono de alimentación), equivalentes para este 9 de enero a 9,53 dólares a la tasa del Banco Central de Venezuela (BCV). Cuando se hizo el ajuste, en marzo del 2022, el monto era el equivalente a 30 dólares.
En medio de la manifestación María Nieves de 95 años, jubilada del sector salud, cuenta a TalCual que se suma a la protesta del sector educación porque su gremio tiene el mismo problema. «Esos 170 bolívares no nos alcanzan ni para medicina. Yo no tengo ayuda de nada. Lo poquito que tengo para comer me lo hago vendiendo camisetas y cosas así».
Nieves, con el tapabocas a medio poner y una lesión en la mano derecha, dice que se mantendrá en protesta porque desde el Gobierno «le han robado tanto al obrero y a los que trabajamos todos los días» que ya no tiene nada qué perder.
La enfermera jubilada une su voz, a la de centenares de trabajadores, que gritan consignas como «Yelitze (ministra) queremos tu renuncia», «Y no me quiero ir, yo quiero un sueldo digno pa’quedarme en mi país» en la primera hora de manifestación.
Maestros rechazan presión
La manifestación alcanza las dos horas, la ministra de Educación, Yelitze Santaella, no sale a dar la cara, tampoco algún asistente de sus despacho. Por el contrario, aparece en el canal del Estado Venezolana de Televisión para decir que el reinicio de clase transcurre de manera exitosa.
A las afueras del Ministerio los pitos no se detienen, los gritos de protesta tampoco. El mandato de los educadores activos y jubilados es único: mejoras salariales. Sin embargo, no hay acuerdos en las formas para exigir y hacer valer sus derechos. Unos claman paro nacional, otros, desde una posición más mediadora, emplazan al sector a mantenerse en asamblea permanente y sumar a los padres y representantes.
Griselda Sánchez, representante del sector educación, enfatiza desde las puertas del ente – que se mantienen cerradas desde antes de la llegada de la marcha – que no hay voluntad política para resolver el conflicto del sector educación. Subraya que es inviable dar clases cuando se les hace imposible cancelar el pasaje.
«Nos vamos a declarar en asamblea permanente. Trabajaremos para que los padres se sumen a la lucha de los maestros, que no pueden estar en las escuelas. Maduro y Yelitze Santaella (Ministra de Educación) son los responsables. Hemos preparado un plan de contingencia para cuidar las escuelas y procurar el bienestar de los alumnos», dice.
Mientras Griselda Sánchez pide que el gremio docente se mantenga en asamblea permanente en las instituciones y seguir en las calles, el grueso de protestantes rechaza su propuesta. «Queremos paro. Fuera, Vendida», le gritan.
En medio de la algarabía algunos docentes comentan entre sí que no les importa si los despiden de sus trabajos. Otros mencionan que como trabajan en el horario vespertino, luego de la protesta acudirán a las aulas de clases.
A punta de carapacho
Trabajadores de otros sectores exclaman a medios de comunicación cómo ven desvanecerse la idea que tuvieron en algún momento de sus vidas de que trabajar para la administración pública dignificaría sus condiciones.
José Antonio Cádiz Moralez, del gremio de la enfermería, grita entre la multitud que ni Maduro ni los dirigentes de la oposición tienen en la agenda atender los problemas de la ciudadanía. Cádiz sostiene en una mano dos «carapachos de pollo» y en la otra unos zapatos rotos. «Fuera Maduro, fuera Guaidó. Son las mismas ratas que se sientan a negociar», recalca.
Tres horas de manifestación transcurren entre pitazos, consignas y peticiones de renuncias. Cuando desde la dirigencia sindical se decide que la movilización ha culminado, de nuevo los gritos de «paro nacional» superan la potencia del megáfono por el que desde la vocería se invitaba a los maestros a no abandonar las aulas, pero mantenerse en protesta.
Junto a Griselda Sánchez está Raquel Figueroa dirigente sindical, parte del Colegio de Profesores de Venezuela, Franklin Piccone, secretario nacional de educación del partido Un Nuevo Tiempo (UNT) entre otros.
La protesta finaliza pasadas las 11:00 de la mañana. No queda claro cuándo será la siguiente movilización, aunque en días pasado dirigentes sindicales de otros sectores había llamado a protestar el 11 de enero.
Así, entre duda, termina, casi en simultáneo, la jornada de entrega de bolsas de comida, que arrancó a las 9:00 am en Parque Central y con la que el gobierno de Maduro intentó apabullar la manifestación. Duarte no pudo llegar a la manifestación, pero asegura que respalda las protestas y participaría en ellas.